Toca a su enemigo con la punta de sus colas y le suelta una descarga de alta tensión que lo deja achicharrado al instante.

Al exaltarse, se golpea con ímpetu el pecho. Cada vez que lo hace saltan chispas y un trueno resuena por la zona.

Agarra sus colas para electrificar los puños y luego soltar puñetazos devastadores.

La electricidad que genera un solo Electivire es suficiente para cubrir la demanda energética de los edificios de una metrópoli durante un año.