Vive en el interior de cuevas, al amparo del calor geotérmico. Si aun así sigue sintiendo frío, se junta con sus congéneres haciendo una piña.

Permanece oculto en cuevas y cuando pasa una presa, se abalanza sobre ella y la muerde con tanta fuerza que hasta se le rompen los dientes.

En cuanto percibe un objeto en movimiento, se lanza contra él y le asesta dentelladas. A veces se hiere a sí mismo, pero no le importa.

Un Pokémon habituado a un clima aún más cálido que el de Alola. Quien convive con un Gible gasta mucho dinero en calefacción.